Los meses de abril y mayo de 1911 marcaron el acelerado momento terminal del Porfiriato. Aunque había una creciente insurrección armada, el general Díaz y sus ministros parecían no darse cuenta del crítico momento que vivían.

Han sido malos días, y meses, para la poderosa farnilia jalisciense Martínez Güitrón. El 21 de agosto del año pasado uno de sus miembros, Gustavo perdió su diputación federal a que lo había postulado el PRI. Esa adversa suerte electoral se manifestó de nuevo, ya no victimando a uno de sus integrantes pero sí al partido que disfruta del apoyo familiar, pues el priísmo fue desplazado de los centros de decisión política en Jalisco. Y el grupo Sidek, controlado por Jorge y José Martinez Güitrón hizo evidente su crisis financiera al declarar una moratoria respecto de casi veinte millones de dólares que debía cubrir a sus acreedores en esa fecha. Administradores del grupo habían sido, antes, procesados por pagar un cuantioso soborno a funcionarios de Pemex. El dinero con que se pagó la mordida por añadidura, estaba marcado como correspondiente a la suma entregada por el rescate del banquero Alfredo Harp Helú.

Bertolt Brecht hace que Mickie Navajas pregunte en La ópera de los tres centavos quién es peor, el que roba o un banco o quien lo establece. Ese dilema carece realmente de sentido, sobre todo en una hora en que los delitos violentos, producto de organizaciones criminales, amenazan a la sociedad entera.