El texto critica la actitud de los jóvenes que asisten al teatro por obligación escolar, no por gusto, causando molestias a los demás espectadores y a los actores. El autor describe su comportamiento ruidoso antes y durante las funciones, y cómo no reprimen risas o comentarios incluso en los momentos más serios de la obra. Concluye que la experiencia teatral se convierte en un suplicio tanto para ellos como para el resto del público.

El artículo reseña la obra de teatro Feliz nuevo siglo, Doktor Freud, de la autora Sabina Berman. La pieza se centra en los inicios de la práctica psicoanalítica de Sigmund Freud, abordando el caso de una paciente llamada Dora. El autor destaca el talento de los actores, especialmente el de Ricardo Blume en el papel de Freud.